Mitología Cuscatleca.(Patrimonio cultural en peligro de extinción )



La
transmisión oral ha dejado de ser utilizada. Los coloridos relatos contados por nuestros abuelos se ven amenazados con el olvido y personajes de nuestra mitología se esfuman en la niñez que prefiere a los héroes fantásticos y de otros mundos que son presentados sobre todo en la televisión. 

Cuántos de los niños y jóvenes de hoy seguramente no podrán describir y mucho menos tener miedo al ver imágenes de esos emblemáticos personajes de nuestra mitología. 

Alta, despeinada, fea y seca. Dientes salidos, sucios. Tiene las uñas largas, un aspecto tenebroso y la piel arrugada y terrosa como una “tusa”. Sus ojos rojos y saltados se ven en la oscuridad. Asusta a los hombres por las noches a la orilla de los caminos o se aparece en los ríos lavando ropa. Con su cabello largo y despeinado oculta su rostro y engaña a las personas mostrándose como una mujer hermosa. Es la Siguanaba descrita por Miguel Ángel Espino en su libro “Mitología de Cuscatlán”. 

Al igual que la Siguanaba, existen un gran número de personajes que forman parte de las leyendas salvadoreñas. Algunas aún se mantienen en los distintos rincones del país. El cuento de la Cangrejita y el Haragán, La Carreta Bruja, El Hombre con Gueguecho, El Cipitío, El Cadejo y El Justo Juez de la Noche son sólo algunos de ellos. 

Nadie sabe cómo surgieron estas historias. Lo que sí es claro es que nacieron con una función social y cultural. “A finales del siglo XIX y principios del ** el Estado salvadoreño se interesó por rescatar lo vernáculo, lo indígena y lo popular para crear una mitología cuscatleca. 

El objetivo era establecer un sentido de pertenencia y lograr cierta dominación ideológica y de clase. En el fondo se buscaba diferenciar a los salvadoreños de otros pueblos, pero a la vez arropando una forma de autoridad política particular”, explicó Chester Urbina, Historiador de la Escuela de Arte y Cultura de la Universidad Tecnológica (UTEC). 

La creencia en estos personajes se mantiene a través de los tiempos. Estos seres llenaron de miedo los relatos de los ancianos. Ahora, las personas que poseen conocimiento de estas historias, y que las cuentan a las nuevas generaciones, son muy pocas. 

A punto de desaparecer 

Seres humanos que se convierten en monos, en cerdos, en toros; espíritus errantes que asustan a los caminantes nocturnos de nuestra campiña. Todo este conjunto de experiencias y creencias está actuante y presente entre ciertas gentes de los pueblos. 

“Es una herencia que nos une con las culturas prehispánicas; es un tesoro de sabiduría”, comentó la Licda. Ana Graciela de Letona, miembro del Departamento de investigaciones de CONCULTURA. Para ella, es importante rescatar estas historias por la trascendencia que obtiene dentro de algunas comunidades y por su alcance ideológico, mítico y religioso. 

Los medios de comunicación han demostrado ser “enemigos” naturales de las tradiciones y los elementos culturales, siendo implantadores de patrones de conducta de otras naciones. Pero el salvadoreño mismo ha tomado el papel de enemigo social con su actitud indiferente, cuando no despectiva, de todo lo que se relacione con costumbres y mitos del pasado, estiman los expertos. 

Para los jóvenes esas historias sobre duendes como la Cuyáncua, la Descarnada y otros tantos seres más son solo historias ridículas de viejos y viejas. “Los muchachos ya no le toman interés a las historias contadas por los abuelos. Para ellos es algo que no tiene ningún valor. Se ven más atraídos por otras culturas y conocer lo nuestro no les parece nada atractivo”, señaló Delmy Villalobos, maestra de Lenguaje Y Literatura de educación media. 

Al rescate de los personajes míticos 

Es un hombrecillo de buen vestir que persigue a las mujeres. Halaga a sus enamoradas con regalos y serenatas. Provoca que las mujeres adelgacen exageradamente. Para ahuyentarlo las mujeres deben comer en el inodoro, eso es algo que él no soporta…es el Duende. 

La mitología cuscatleca incluye dioses, espíritus, personas, seres sobrenaturales y animales misteriosos. El Cadejo es uno de los más reconocidos. Este es un animal similar a un perro. Sus ojos parecen brasas y emite un silbido fino. Existe uno blanco y uno *****, que representan al bien y el mal respectivamente. Cuando el silbido se oye lejos es que está cerca y viceversa. Algunos afirman que los ha salvado de algún mal. Estas historias se encuentran en el libro “Tradición Oral de El Salvador” y fueron recopiladas por la sección de Etnografía del Departamento de Investigaciones de la Dirección de Patrimonio Cultural de CONCULTURA. 


Foto: Fernando Recinosl 
“Los mitos y las leyendas surgieron con una indiscutible función social. Estas historias se van a transformar, sobretodo las que no estén escritas”, explicó el Dr. Rivas, Antropólogo de la UTEC

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